He de confesar que me ha costado mucho tomar la decisión de salir con alguien. Me encontraba bien acompañada de mí misma y me parecía que extender mi soledad era una buena idea. Estaba leyendo más, viendo más cine, escuchando música nueva, saliendo más con mis amistades, ocupandandome en que haceres Universitarios y consultoriles, comprando tonterías para romper con el blanco y negro de mi casa. Hasta ir al supermercado se convirtió en un extraño placer.
Hasta que pasó lo que esa frase trillada dice: el que no busca, encuentra. De pronto, aparecieron chicos que me invitaban a salir. Yo, desde mi cueva-hogar, los iba marcando con una lápiz bic imaginario y les decía amablemente: “no gracias” y, algunas veces, ante la insistencia, les soltaba un tímido “algún otro día”, que en castellano bien entendido significa: “olvídate, jamás voy a salir contigo”-
Hasta que hizo su aparición el Srto. Puse en una balancita a mi soledad, a mi temor de salir con alguien nuevo y salir herida en el intento, y del otro lado la inteligencia, buen humor –de ese bien negro, como me gusta- y divertidas conversaciones.Todo esto me pone entre la espada de mi ingenuo-romántica ilusión y la, un poco gruesa por estos días, pared de mi razón.
Hasta que pasó lo que esa frase trillada dice: el que no busca, encuentra. De pronto, aparecieron chicos que me invitaban a salir. Yo, desde mi cueva-hogar, los iba marcando con una lápiz bic imaginario y les decía amablemente: “no gracias” y, algunas veces, ante la insistencia, les soltaba un tímido “algún otro día”, que en castellano bien entendido significa: “olvídate, jamás voy a salir contigo”-
Hasta que hizo su aparición el Srto. Puse en una balancita a mi soledad, a mi temor de salir con alguien nuevo y salir herida en el intento, y del otro lado la inteligencia, buen humor –de ese bien negro, como me gusta- y divertidas conversaciones.Todo esto me pone entre la espada de mi ingenuo-romántica ilusión y la, un poco gruesa por estos días, pared de mi razón.
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