Últimos días del año siempre son extraños, al menos para mí. Siento que todo alrededor va a ochenta por hora, pero mi velocidad interna con suerte alcanza el 10 por ciento. Es como si hubiera mucho por hacer y yo no quisiera hacer nada.
Pero es el año el que se muere, ¡no yo!. Así que creo que será mejor que me anime, que aproveche estos días y horas para terminar bien lo que empecé, para emocionarme por este fin de semana, por la fiesta y los amigos, por los planes que tengo para la nueva década , por los nuevos proyectos y por cosas tan sencillas como tener la capacidad de sentarme aquí y escribir.
Yo recibiré el 2010 sonriendo con miles de expectativas revoloteando en mi corazón, cruzando los dedos para que todo salga bien, aprendiendo de mis errores e intentando poder superar en todos los aspectos que una persona puede mejorar.
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