Pocas horas faltan... lo mágico de todo es que me remontó a varios años atrás. Las celebraciones eran distintas mucha gente alrededor, unión familiar, varios de los pilares físicamente estaban. El entusiasmo de los días previos era de la familia en general, comprando piñatas, sepertinas, globos, sopresas y cuanta cosa había en el comercio, todos los cumpleaños eran masivos, siempre comento como anécdota que asistían muchos niños que no conocía mi mamá tan sociable invitaba a medio condominio. Al terminar el cumpleaños y de recibir cuanto regalo terminaba con mi cama llena de regalos, era feliz materialistamente feliz. Recordar esa época me trae nostalgia, eran cumpleaños tan lindos, esperados me acuerdo contar en mi diario de vida los meses y días que faltaban para el siete de junio. Ahora, ya no es así, la espera ya no es tan grata los años pesan, las experiencias buenas y malas quedan, este último año ha sido raro como una montaña rusa en un comienzo bueno luego caí al precipicio pero como un ave fenix volví una vez más a renacer, en ese momento estoy ahora, renaciendo de un golpe fuerte, viviendo mis penas contenidas, dándome permiso a fallar, dándome permiso a faltar.
Este nuevo año que comienza, porque al menos para mi los cumpleaños son como la celebración del Año nuevo personal, los buenos deseos y vibras de la gente que me aprecia conforman un estanque de energía para lo que se viene. Un año más, no importa cuánto sean dice la canción, sinceramente no importa, los años se traducen en experiencias, las arrugas o desgaste permanece mientras uno quiera.
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